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La zona situada entre la localidad de Moguer y el Parque Nacional de Doñana ha sufrido recientemente un feroz incendio forestal. Las imágenes de satélite, si bien no pueden usarse fácilmente para ayudar a las tareas de extinción, son un recurso único para transmitir y documentar de manera sinóptica y visual el alcance del incendio. Pero, sobre todo, la teledetección es la mejor manera de encuadrar las tareas de evaluación de daños y la cartografía del área quemada, y el seguimiento a medio plazo de la regeneración de la cubierta vegetal. También son muy útiles en la fase de prevención, pero esa es otra historia. Esta cartografía del área quemada requiere normalmente la mejor resolución espacial posible y un mínimo de bandas espectrales (infrarrojo próximo y rojo para obtener índices de vegetación sencillos, e infrarrojo medio si queremos un índice más especializado). Por tanto la misión Sentinel más idónea en este campo es Sentinel-2, y es la que hemos utilizado para un pequeño ejercicio sobre la cartografía del área quemada en el entorno de Doñana. La información radar, como la proporcionada por Sentinel-1, también puede ser utilizada, pero utilizando un proceso mucho más complejo, que normalmente solo es eficiente cuando la nubosidad u otros problemas impiden el uso de instrumentos ópticos.
La combinación del ciclo orbital y el ancho de imagen Sentinel 2 es tal que tenemos una imagen (en latitudes medias) cada 10 días. En el caso de Doñana, ha habido imágenes Sentinel-2A el 21 de junio y el 1 de julio; perfecto para comparar la zona justo antes y después del incendio. Sentinel-2B, lanzado el 7 de marzo de este año, todavía no está plenamente operativo, por lo cual no se puede acceder a la posible imagen correspondiente a su paso el día 26 de junio (justo en la fase final del incendio), aunque es posible que se haya adquirido.
La manera más sencilla de determinar el área quemada es visualizar una combinación de bandas que destaque la vegetación fotosintéticamente activa, con su característica alta reflectividad en el infrarrojo próximo. Esto es lo que hemos hecho en las imágenes adjuntas, que usan la muy habitual combinación donde la banda del infrarrojo próximo (banda 8 de Sentinel-2) se visualiza con el color rojo, la banda roja (banda 4) con el verde, y la verde (banda 3) con el azul. El resultado destaca la vegetación viva en rojo, frente a sombras y agua (colores oscuros), suelos desnudos (colores claros) y superficies urbanas. Las zonas quemadas, lógicamente, entran como zonas oscuras por la abundancia de materia orgánica carbonizada; pero también hay una contribución brillante del suelo que queda sin ningún tipo de cubierta vegetal, abriendo la puerta a la necesidad de análisis más detallados y rigurosos. En entradas posteriores intentaremos discutir algunos de esos análisis y la relevancia de los datos Sentinel para acometerlos.
Como comentario rápido, la presencia de algunas nubes en la imagen pre-incendio afectaría inevitablemente a la comparación de imágenes; sería necesario buscar una fecha también cercana pero completamente libre de nubes. Y la imagen post-incendio es tan inmediata al paso del fuego que es prematuro garantizar que lo que aparece como vegetación activa podrá sobrevivir al verano, por lo que habrá que esperar a imágenes futuras. La alta frecuencia temporal de imágenes Sentinel-2 facilitará ambas tareas. Y, paralelamente la aportación de imágenes de mayor resolución espacial, o espacial y espectral, permitirá afinar todos los análisis. En este sentido, la campaña ya realizada por el INTA con sus sensores hiperespectrales aeroportados CASI y AHS será una baza importantísima.