El 16 de septiembre se celebra el 30 aniversario de la firma del protocolo de Montreal, el acuerdo internacional para reducir las emisiones a la atmósfera de gases que participan en la destrucción de la capa de ozono.
En este año tan señalado, el evento busca ser más visible que en aniversarios anteriores. La intención es aprovechar algunos indicios positivos sobre el efecto que las políticas adoptadas están teniendo sobre la capa de ozono, para mostrar cómo los esfuerzos científicos y políticos pueden reconducir algunas amenazas a nuestro planeta. El ejemplo de lo que posiblemente estamos consiguiendo con el ozono puede animarnos a trabajar de manera similar con los gases de efecto invernadero y otros problemas ambientales que requieren el trabajo de los investigadores, el esfuerzo de los gobernantes y la colaboración de la sociedad.
Los datos tomados por instrumentación embarcada en satélites han jugado desde hace tiempo un papel importante en el estudio de la capa de ozono estratosférico y de los gases que interfieren con ella. Los satélites Sentinel no han tenido todavía ocasión de hacerlo, ya que los Sentinel especializados en atmósfera (Sentinel-4, 5 y 5p) esperan todavía su lanzamiento. Sin embargo, otras misiones pasadas y presentes sí han contribuido.
Una de ellas fue ENVISAT, que fue una iniciativa excepcional de la ESA: un satélite multi-instrumentado, complejo y ambicioso, que cubría simultáneamente el estudio de la tierra, los océanos y la atmósfera. Entre los instrumentos de ENVISAT, GOMOS, MIPAS y SCIAMACHY, tomaron datos que han servido para el estudio de la concentración y distribución de muchos componentes atmosféricos, incluyendo el ozono y algunos de los gases implicados en su destrucción. Instrumentos herederos de estos formarán parte de los futuros Sentinel-4 y 5 y, más a corto plazo, de Sentinel-5p, cuyo lanzamiento está previsto para el 13 de octubre.
ENVISAT orbitó la Tierra entre 2002 y abril de 2012, cuando un fallo inesperado hizo entonces perder el contacto con el ya veterano satélite, a pesar de que sus instrumentos aún funcionaban bien. Todavía continúa orbitando la Tierra, ya que la pérdida de contacto impidió la deseable preparación de una reentrada controlada en la atmósfera al final de su vida útil. Se estima que el rozamiento atmosférico irá reduciendo poco a poco su altitud orbital y caerá a la Tierra dentro de algo más de 100 años. Hasta entonces, será un peligroso y gigantesco componente de la basura espacial.
Por supuesto no todo puede hacerse desde satélite, las observaciones realizadas desde tierra y desde otras plataformas, como aviones o globos, se complementan para obtener medidas más completas. Los datos de satélite necesitan además ser validados y calibrados desde tierra. En este sentido, la instrumentación y trabajos realizados por el Área de Investigación e Instrumentación Atmosférica (AIIA) del INTA son excelentes. Han colaborado en diferentes proyectos de validación tanto de SCIAMACHY como de MIPAS o GOMOS, OMI o GOME2. Además, próximamente participarán en la validación del instrumento TROPOMI embarcado en Sentinel-5P. Para ello utilizan la instrumentación que tienen instalada en lugares como el Observatorio de Izaña (Tenerife), Torrejón de Ardoz o la Base de Belgrano en la Antártida (foto).
Si queréis saber más sobre las actividades del INTA en investigación atmosférica, os recomendamos consultar este enlace: http://www.inta.es/opencms/export/sites/default/ATMOSFERA