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La creencia de las antiguas civilizaciones humanas sobre la infinidad de los mares todavía queda patente en algunos aspectos de la vida cotidiana. El uso de los océanos como grandes vertederos es, por desgracia, demasiado común en nuestro planeta. La cultura del “usar y tirar”, junto a políticas de gestión de residuos laxas, o incluso inexistentes en algunos países, condenan al ecosistema marino a sufrir un impacto cada vez mayor.
Basta una búsqueda rápida en internet para ver cientos de noticias que subrayan la presión a la que se ve sometida el medio marino como sumidero de residuos plásticos. El impacto que provoca este tipo de deshechos no solo es a escala macroscópica, ya sea por los problemas que causa en la fauna más grande, como puede ser la asfixia de tortugas marinas, o con la proliferación de organismos oportunistas que rompen el equilibrio del ecosistema, sino también a nivel microscópico, añadiendo a la cadena trófica elementos perjudiciales procedentes de estos plásticos debido a su descomposición en el medio natural. Todo esto pone en peligro la biodiversidad de los océanos y los ambientes litorales, y por ende la salud y economía de la población mundial, sobre todo de los países con una economía emergente.
Como respuesta a este problema, la investigación sobre los fenómenos oceánicos como las corrientes, su efecto regulador sobre el clima o su capacidad de regeneración, se convierte en nuestra mejor baza para monitorizar el impacto que estamos causando y así poder reducirlo o eliminarlo. Conocer la procedencia de los vertidos y su comportamiento nos llevará a una mejor gestión de los residuos, y la teledetección puede facilitar mucho esta tarea.
Como ya se detalló anteriormente en este blog, Sentinel-3 está pensado para obtener información tanto de la superficie terrestre como de la marina, contando con tres instrumentos para ello: “Ocean and Land Colour Instrument” (OLCI), “Sea and Land Surface Temperature Radiometer” (SLSTR) y el “Synthetic Aperture Radar Altimeter” (SRAL). De forma que con sus productos podemos obtener información de las corrientes marinas, así como de su temperatura, útiles para los modelos oceánicos globales. Para futuros estudios, a la versatilidad propia de Sentinel-3 se le podrían añadir otros productos, como son los de Sentinel-1, aportando información sobre el oleaje, viento en superficie y las corrientes oceánicas, o de Sentinel-2, con imágenes para obtener parámetros biofísicos con mayor resolución espacial. Con la incorporación de toda esta información se abre un abanico de posibilidades para estudiar la dinámica de los residuos en el océano, y nos acerca la posibilidad de elaborar mapas de control de grandes masas de plástico o de fuentes de vertido.
Un ejemplo de cómo se puede utilizar información obtenida de diferentes fuentes sería el proyecto de la ESA GlobCurrent, con el cual dan un servicio de información sobre las dinámicas oceánicas a escala global.
Gracias al esfuerzo de la Comisión Europea con programas como Copernicus, estos no son más que los primeros pasos del cambio de paradigma que vivimos actualmente en teledetección, con la filosofía de crear constelaciones de satélites buscando sinergias entre ellos, debido a que cada vez se aumenta más la capacidad de tratamiento de información y su explotación.