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En estos días de cumbres climáticas se están divulgando muchas noticias y reportajes sobre la preocupante magnitud de las emisiones de gases de efecto invernadero, entre los cuáles siempre destaca el CO2. Es frecuente ilustar esas noticias o reportajes con imágenes de chimeneas de centrales de producción de energía o grandes industrias (siderurgias, cementeras...). En estas imágenes, densos y amenazantes penachos de humo salen de las chimeneas y son las estrellas de los reportajes. No tenéis más que teclear "emisiones CO2" en un buscador para comprobarlo.
Como muchos sabréis, pero quizás no todos, la parte visible de esos penachos es fundamentalmente agua. Pueden tener también CO2 (o no tenerlo), pero este es un gas transparente a las longitudes de onda de la luz visible. El agua, que en estado de gotitas sí es visible, se produce en la combustión de los hidrocarburos o, mucho más frecuentemente, procede del circuito de refrigeración de la central térmica o industria que sea.
La figura que aparece ene sta entrada (tomada del manual del código de transferencia radiativa 6S ) muestra claramente que el CO2 no refleja ni absorbe la radiación en todo el rango visible (entre 0.4 y 0.7 micras aproximadamente). Esto es algo evidente (nadie ve lo que espiramos al respirar), pero a veces los vistosos penachos de "humo" nos lo hacen olvidar.
La misma invisibilidad ocurre con otros gases de efecto invernadero, como el metano. Y con el vapor de agua, dicho sea de paso, que también es transparente en el rango espectral visible: es habitual referirse a los penachos como de vapor de agua pero no, es agua condensada en multitud de gotitas lo que podemos ver. Por supuesto puede estar acompañada de pequeñas cantidades de aerosoles (black carbon y otros) en el caso de las chimeneas de combustión, dependiendo del combustible quemado y la tecnología de la chimenea.
Como vemos en la figura, solo en algunas longitudes del infrarrojo medio (hacia 1.3 y 1.9 micras) el CO2 sería detectable a través del descenso que causa en la señal disponible. A esas longitudes de onda, y contando con la interferencia del vapor de agua, aerosoles, variablidad en la reflectancia del terreno etc, la relación señal ruido es baja y actualmente solo se consigue localizar y estimar emisiones de CO2 integrando mucha superficie, es decir con tamaños de píxel grandes.
Copernicus y la ESA están trabajando en mejoras en la instrumentación y en nuevos procedimientos de análisis de los datos para que una de las misiones Sentinel de nueva generación (https://www.esa.int/Applications/Observing_the_Earth/Copernicus/Copernicus_High_Priority_Candidates) sea capaz de medir e identificar emisiones de CO2 con suficiente detalle. Esta misión (CO2M) utilizará un espectómetro en el infrarrojo medio con adecuada resolución espectral y radiométrica, y un píxel inferior a 4 km2. Hasta que CO2M sea una realidad, la cuantificación de emisiones antropogénicas de CO2 desde el espacio seguirá estando bastante limitada.